Breve historia de la bola de golf :

En su aspecto más primitivo, la pelota de golf fue de madera y pronto se mejoró por pelotas realizadas con piel rellenas de plumas o de pelo de vaca. Los holandeses estuvieron suministrando pelotas de este tipo a los escoceses hasta mediados del siglo XVII. Fue un rey escocés quien contrató a un fabricante de pelotas para mejorar el déficit comercial, ya que las pelotas rellenas de plumas eran más caras. Para hacernos una idea, un fabricante de pelotas trabajando 10 horas al día podía producir entre 4 y 5 pelotas. De este modo, se hizo prohibitivo su precio y el golf se convirtió por aquella época en un juego fundamentalmente para ricos. Hacia 1850 se empezaron a fabricar de gutapercha, siendo su precio el mayor de los factores, ya que permitía producirlas masivamente mediante el empleo de moldes. Este avance hizo que las cosas cambiaran y el golf sufrió una expansión considerable. Este tipo de pelota tenía dos inconvenientes, uno terrible ya que si el jugador fallaba el golpe, el impacto le producía una desagradable sacudida en las manos, el otro era que marcaba la cara de las maderas obligando a usar materiales que protegieran las caras de estos palos. Aún arreglando esto último el problema de la sacudida permanecía, lo que provocó que los fabricantes de palos trataran de aliviar este efecto acolchando los grips con interiores de lana. Otro inconveniente que tenía la pelota de gutapercha era la dificultad de alcanzar altura con ellas. Esto hizo que el swing cambiase: los jugadores se colocaban más cerca de la bola para conseguir golpes con altura, lo que obligó a que los fabricantes redujeran la longitud de las varillas y que el swing fuera mucho más vertical con un stance mucho más abierto que también ayudaba a elevar la bola. En 1899 aparece la pelota de Coburn Haskell. Era una pelota de tres piezas con un núcleo central alrededor del cual se enrollaba hilo de goma, recubierto posteriormente de un moldeado de gutapercha. Fueron necesarios varios años de experimentación para determinar el núcleo apropiado, el método de bobinar el hilo de goma y el recubrimiento más efectivo. Se llegó a la conclusión de que núcleos relativamente grandes y recubrimientos más delgados daban un vuelo de bola más fiable. En el interior del núcleo se ensayó todo lo humanamente imaginable: mercurio, cabello humano, sangre, jabón, acero en bolitas sueltas y en polvo, aire comprimido, madera, glicerina, aceite, miel, tierra, goma, corcho, celuloide, resultando lo más acertado agua con glicerina. El resultado fue una pelota con un vuelo más alto que la de gutapercha, que provocaba una menor sacudida, y que también se comprimía más, lo que provocaba que permaneciera más tiempo pegada a la cara del palo consiguiendo efectos como el back-spin y lo más importante, llegaba 25 metros más, con lo que se impuso a partir de 1904. Lógicamente, el swing volvió a dar un paso atrás, se volvió al swing anterior. Pronto se descubrió la "balata" como recubrimiento que proporcionaba una sensación más blanda del golpe, lo que permitió reducir los acolchados grips, quedando el material de juego más o menos como lo conocemos actualmente.

 

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