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actualización el 2 de Enero del 2.003
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Introducción.
Trataremos de comentar algunos aspectos para hacer un "uso racional" del campo de prácticas. Resaltaremos sus ventajas, pero también sus peligros.
"Elegiste un mal día para "pisar" este campo de pácticas, forastero."
Trataremos de ilustrar varias ideas mediante unos ejemplos:Situación 1.
Un jugador sale a jugar un partido de golf. Este jugador lleva unos días jugando bien y anímicamente se encuetra en sus mejores condiciones. Posiblemente, a causa de un error de estrategia, tal como una bola jugada de forma demasiado atrevida y con un mal final, o por un "querer golpearla más lejos", o por cualquiera de las barbaridades que todo jugador de golf acostumbra a realizar, nuestro jugador pierde algo el "ritmo" de su "swing". Acompañado de una mala preparación "mental" para asimilar este tipo de incidencias, nuestro jugador va perdiendo gradualmente su "timing". Durante la jornada suceden como todos sabemos, muchos avatares. En un momento crítico de este partido se da cuenta de que los resultados no se aproximan, ni por mucho, a sus expectativas. Comienza el tortuoso proceso "...no me lo explico, con lo bien que estaba jugando...", "¡Cómo he podido fallar este putt!", "¿Qué estoy haciendo, cojo el grip abierto o cerrado, subo por fuera o por dentro?", etc.. A medida que el proceso se agudiza, al jugador le va pareciendo toda esa jornada un infierno pero, de pronto, descubre que hay luz al otro lado del túnel: el jugador de nuestra historia tiene en su mente el campo de prácticas. Sí, efectivamente, un paso por la "cancha de prácticas" le devolverá el "swing" y, por lo tanto, la moral perdida. "Ya veremos como entro en "swing" en un santiamén" - piensa nuestro jugador mientras camina hacia la estera, una vez acabado el fatídico partido.
Bien, ahora dejemos al jugador llenando el cubo de bolas y mientras reflexionemos acerca de cómo aconsejarle. Pensemos cuál ha podido ser la causa de su desastre. Si aceptamos como un hecho indudable el que todos los jugadores fallamos golpes en un momento dado, y que contra esto no se puede hacer nada, lo más inteligente es no enfadarnos y no reprocharnos nada, sino pensar en mejorar a partir de ese momento. Si, por el contrario, tendemos a caer en la tentación de pensar en nuestros fallos pasados, o en nuestra mala suerte, tenderemos sin querer, a parte de perder la concentración, a incorporar a nuestro "swing" ingredientes arrítmicos. Debemos pensar que si le estamos "pegando" más o menos bien a la bola y de repente comenzamos a fallar, en el 90 % de los casos los causantes serán problemas de ritmo en el "swing" y nada más. Si no reconocemos esto y nos vemos tentados a considerar diversos problemas de mecánica del "swing", acabaremos "no pegando ni a un baúl".
Volviendo de nuevo a nuestro jugador, observamos que éste comienza a dar su cubo de bolas. Como todavía conserva gran parte de las sensaciones de "golpear mal" la bola, obtenidas en el partido, además de su gran enfado y de que su cabeza está llena de dudas por conocer si es éste u otro defecto el que está cometiendo, no se para a pensar que :
- NO ES EL MOMENTO DE DAR BOLAS, hay que reposar, hay que digerir las cosas y una vez bien sereno comenzar a entrenar, de lo contrario podemos, como vulgarmente decimos, "salirnos de swing" por mucho más tiempo.
- RITMO o TIMING - Quizá deberá ser éste nuestro primer pensamiento al entrar en un campo de prácticas, empezar con hierros cómodos, pensar en el rítmo, e ir ganando flexibilidad en las tres o cuatro primeras bolas. A partir de allí, cada cual que intente afinar su técnica y ya puede pensar en los mecanismos.
Nuestro jugador cae en el error de no considerar como problemas de ritmo el origen de sus males, y pasa a ensayar todo tipo de variantes en la mecánica de su "swing" perdiendo la poca confianza que le quedaba en él y con mucha más confusión en cuanto a la ejecución del mismo, que cuando comenzaba ese entrenamiento.
Todos los jugadores de golf sabemos que es frecuente estar en la medida de nuestras posibilidades "como una moto" y de repente, sin aviso previo, un buen día "no levantar la bola del suelo". Generalmente, este hecho se nos da como natural e inevitable, pero debemos de pensar qué pasa entre ese tránsito y tratar de averiguar lo que nos induce a que nos pase. A buen seguro la explicación estará más cerca de nuestra variación en nuesto estado anímico y mental, que de si acabamos o no el "backswing".